¿Por qué sabiendo que la bollería es mala se nos hace la boca agua?

Saray Esteso

Gabriela Brieba, Experta Europea en Calidad y Seguridad Alimentaria y consultora para empresas en “Sanpani.org”, ha conectado una semana más con los atrevidos para demostrarnos que la “Ciencia atrevida no es aburrida”. ¡Hoy hablamos de las grasas saturadas en los bollos!

La bollería es mala, tiene grasas saturadas, sin embargo, se nos hace la boca agua con ellos.

Pensar en un bollo rebosante de chocolate es suficiente para que se nos caiga la baba. Es un reto para nuestra inteligencia y voluntad: Sabemos de sobra que son una «bomba» para el organismo: desequilibra el colesterol, favorece la obesidad y compromete la salud cardiovascular. Sin embargo, una vez más, el placer viene de lo prohibido. La culpa del deseo es, en la mayor parte, de esas grasas saturadas presentes en el dulce.

 

¿Porqué estos productos tienen que llevar “estas grasas”? ¿Por qué los dulces integrales, que son más saludables, no despiertan en nosotros ese deseo irrefrenable?

Estas grasas son precisamente las que potencian el sabor y desatan el instinto animal por los dulces… La industria los añade a sus productos también porque hacen que aguanten mejor el paso del tiempo y su apariencia, incluso, hacen que mejore su imagen volviéndose irresistible para muchos.

 

¿No existen alternativas saludables que consigan este efecto?

Estan en ello, las buscan. Por ejemplo, se trabaja para crear «falsas grasas» con un mejor perfil nutricional, capaces de darle al producto la misma apariencia, textura de la grasa… ¡Pero no la sustituyen totalmente! La disminución del contenido en grasa continúa siendo un desafío, aunque en general se ha reducido bastante su presencia en los productos. Sin embargo, aún estamos lejos de eliminarlas.

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