La ciencia ya ha confirmado que, en efecto, engordamos más en estos meses de invierno. No solo eso, sino que además ha calculado dónde puede estar la media engordado entre noviembre y enero, y se trata de medio kilo. Y es que esto no es algo que resulte fácil de evitar. Son varios los factores que pueden llevarnos a caer en una mala dinámica que, finalmente, se vea reflejada en nuestro peso. Algo que no tiene por qué ser negativo, solo a tener en cuenta.
Más allá de eso, existen ciertas dinámicas que incluimos en nuestra rutina invernal que también pueden alterar nuestro metabolismo. El ejercicio en el exterior se vuele algo más complejo para algunos. Si se hace de manera diurna y con la ropa adecuada, no se tiene por qué enfrentar tanto al frío como se espera. Es importante saber que si frenas tu actividad física continuada, sumado a un mayor nivel de calorías y una mayor inactividad, pueden suponer una grave combinación para tu salud.
Además, existe una fluctuación hormonal a causa de los cambios estacionales. conocido con un trastorno afectivo estacional. Un factor clave son los cambios de estado de ánimo. En invierno algunos síntomas que se pueden identificar de estos cambios pueden ser la tristeza o la irritabilidad, que hace que se tenga menos energía para llevar a cabo tareas rutinarias. Además, puede afectar a nuestro apetito y a nuestra distancia para realizar ejercicio.
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