La opción de Bill Gates que sustituye a los propósitos de Año Nuevo: «resulta mucho más efectivo y valioso»

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Una de las tradiciones más populares cuándo termina un año, es sin duda la de hacernos nuevos propósitos para el año que viene, algo que quién más y quién menos hacemos o hemos hecho alguna ocasión, pero que para Bill Gates, el cofundador de Microsoft no es una opción demasiado beneficiosa, según explica en su blog. Allí, hace unos años escribía: «Nunca me han gustado los propósitos de Año Nuevo. No tengo ningún objetivo específico cuando arranca uno».

Sin embargo propone otra opción, que para él es mucho mejor, la de preguntarnos qué salió mal el año pasado, qué salió bien y qué esperamos para el año que viene. Gates explica que sus preguntas además, durante estos años, han evolucionado a una faceta más personal, pasando a preguntarse si ha hecho nuevas amistades o profundizado en las que ya tenía, si ha dedicado tiempo suficiente a su familia o si ha aprendido cosas nuevas.

«Estas cosas habrían sido impensables para mí cuando tenía 25 años, pero a medida que envejezco, son mucho más significativas. Hacerme esas preguntas, me resulta mucho más efectivo y valioso que fijar propósitos«, explica.

La teoría de Bill Gates avalada por la psicología

Una postura que además la psicología avala, en concreto el psicólogo clínico Joseph J. Luciani, explica que aproximadamente el 80% de las personas que se fijan propósitos de Año Nuevo, los abandonan en la segunda semana de febrero. Luciani insiste en la importancia de fijarnos una disciplina que nos ayude a alcanzar nuestros propósitos, más que en fijarnos metas grandiosas.

Y añade que «las metas grandiosas y las mentalidades orientadas a los resultados son mucho más difíciles de alcanzar que los «pequeños éxitos» y las mentalidades orientadas a los procesos«, explican desde la CNBC.

Por otra parte, un estudio de 2020 publicado por la revista PLoS, explica que las personas con objetivos que consisten en empezar a hacer algo nuevo, tienen más éxito que aquellos que se propusieron dejar de hacer algo, los primeros alcanzaron una tasa de éxito del 58,9% frente al 47,1% de los segundos.