Este experto derriba uno de los mitos más extendidos sobre el yogur: ‘no tiene base científica’

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Seguro que más de una vez has tirado un yogur a la basura porque se ha pasado su fecha de caducidad.  Pues bien ahora un reconocido experto en microbiología y seguridad alimentaria en España, José Antonio Barroso, ha desmontado uno de los mitos más extendidos sobre el consumo de yogur: su peligrosidad después de que pase la fecha de caducidad. 

Ha sido en un vídeo que ha compartido junto al técnico superior en dietética Miodrag Borges, dónde ha explicado que la mayoría de los temores que tienen que ver con el consumo de yogur no tienen base científica. 

Barroso ha explicado que el yogur no caduca nunca y que el único cambio que puede experimentar cuando pasa el tiempo es que aumente su acidez y esto no es ningún riesgo para la salud, explica. «Un yogur con más acidez no es malo; quizá a ti no te guste el sabor, pero no supone ningún riesgo para tu salud», matiza.

Cuánto más ácido es un yogur, menos lactosa tiene

@microbiotadesdecero El gran ninguneado y uno de los productos que mas dinero hace perder a las familias. #yogur #yogurcaducado #caducidad #fechadecaducidad ♬ sonido original – Microbiotadesdecero

El experto explica que, cuando un yogur se vuelve más ácido, las bacterias que contiene consumen mayor cantidad de lactosa, algo que puede beneficiar incluso a aquellos que tienen intolerancia. Y sobre el miedo a consumir alimentos caducados, explica que: «No puede salir al mercado ningún producto envasado que lleve bacterias patógenas vivas»  y añade que si un alimento estuviera contaminado desde el principio, «sus efectos perjudiciales aparecerían a los pocos días, no como consecuencia de haber pasado la fecha de caducidad«.

Es decir, asociar la caducidad con un peligro automático es un error que lleva al desperdicio innecesario de alimentos seguros, matiza.

Algo en lo que coincide el doctor en Biología Funcional y Molecular por la Universidad de Oviedo y dietista-nutricionista por la Universidad de Navarra, Ramón de Cangas, que explica que «el yogur es un alimento con un pH muy ácido (igual o por debajo de 4,6). Esta acidez complica muchísimo el establecimiento y desarrollo de microorganismos patógenos que comprometan nuestra salud» y añade que además se elabora con leche pasteurizada con lo que «se elimina la carga microbiana patógena y potencialmente alterante desde el inicio».