Tu edad biológica no es la misma que tu edad cronológica: así puedes calcular la tuya

Los telómeros, las estructuras que protegen el material genético, son esenciales en ello

Ana Más

En una sociedad en la que la belleza y la juventud cada vez se valoran más, todo lo relacionado con la edad, o más bien con como revertir sus efectos, interesa. De hecho, España está a la cabeza de las investigaciones para alargar la vida. Y en el año 2040 será el país más longevo del mundo.

Y es que según explica la científica española María Blasco Marhuenda, que dirige el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, «la inmortalidad no es posible, pero sí lo que se llama amortalidad: la capacidad de estar vivo de manera indefinida«. Y es que en sus investigaciones sobre las células y sus telómeros (es experta en el estudio de estos), Blasco ya ha logrado dar vida a ratones durante el tiempo equivalente a los 140 años en seres humanos.

Es decir, hay dos tipos de edad, la que marca el día que nacemos, la edad cronológica, y la edad biológica, que puede conocerse con un sofisticado análisis que nos dice cómo está la salud de nuestro organismo. La diferencia entre las dos varía mucho entre unas personas y otras, ya que no todos envejecemos al mismo ritmo.

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Y es que el estilo de vida, la alimentación o la calidad del sueño influyen de manera decisiva en el desarrollo de nuestras células. Algo en lo que tiene mucho que ver los los extremos de los cromosomas, que están en el interior de nuestras células: los telómeros son esenciales en el proceso del envejecimiento celular, ya que son estructuras que protegen el material genético y que además evitan que se dañe la información genética que se encuentra dentro del cromosoma.

La medición de los telómeros le permite a la ciencia conocer la edad biológica de los individuos, ya que a medida que pasa el tiempo, las células se dividen y las terminaciones de los cromosomas se erosionan, provocando un deterioro progresivo que se va acumulando con la edad. Llega un momento que los telómeros se acortan tanto que no pueden proteger más el ADN, y esto a su vez hace que las células dejen de dividirse hasta que finalmente mueren, algo que recibe el nombre de senescencia.

Edad cronológica, edad biológica y otros tipos de edad

Además, desde Nathional Geographic se refieren a la telomerasa, conocida como la enzima de la inmortalidad, cuyo objetivo es «mantener la longitud de los telómeros de por vida«, aunque después de nacer deja de funcionar en casi todos los tejidos. Es decir, actúa principalmente en el desarrollo embrionario. Sin embargo, «podemos acortar o alargar la vida manipulando este gen de la telomerasa», afirma Blasco, y es que a día de hoy la ciencia ha logrado activar la telomerasa en una célula normal para volverla inmortal. De hecho, los científicos afirman que estamos muy cerca de poder regenerar de manera constante cada célula.

Desde el mismo medio aluden al gerontólogo Aubrey de Grey, que explica que «tenemos al menos un 50 por ciento de posibilidades de llegar a un nivel decisivo de control del envejecimiento en los próximos 15 o 20 años«.

De hecho, la socióloga y experta en longevidad evolutiva, Carmen Núñez, que ha dedicado los últimos 20 años a explorar y divulgar sobre el envejecimiento y es autora de los libros ‘Descubre tu verdadera edad‘ y ‘La auténtica sensualidad comienza a los 50‘, plantea una visión en la que propone una nueva longevidad llena de bienestar y vitalidad.

Para Nuñez, la edad es solo un número y la verdadera sensualidad llega con los años. Explica que aunque tiene 66 años cronológicos, su edad real es de 58. Un número que surge de «combinar mi edad biológica y mi edad autopercibida», explica.

Y es que para la socióloga, hay además de la cronológica y la biológica, tres tipos más de edades: la edad psicológica, que se refiere a nuestra percepción interna sobre nuestra edad y puede ser positiva o negativa, es decir, que nos pongamos o nos quitemos años. En segundo lugar, se refiere a la edad social, o lo que es lo mismo, a cómo nos relacionamos con nuestro entorno, amistades y familia, ya que la sociabilidad impacta en la longevidad. Y, por último, habla de la edad prospectiva, que es una forma de calcular cuántos años de vida le quedan a una persona. Por ejemplo, «si una mujer tiene 66 años y la esperanza de vida promedio es de 86 años, su edad prospectiva se basa en los 20 años que le quedan por vivir, en lugar de los 66 años que ya ha vivido«.

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