Y es que el citado estudio sitúa la disminución de la tasa de crecimiento de las uñas en un 0,5 % anual a partir de los treinta años y esto, según el genetista sugiere que una persona que tiene un crecimiento de uñas superior al promedio, podría estar envejeciendo más lentamente. Ya que «el crecimiento de las uñas está directamente relacionado con la capacidad del cuerpo para regenerar células y con la eficiencia de la circulación sanguínea», que es la que lleva los nutrientes esenciales para la regeneración celular explica y añade que los factores hormonales y la alimentación también influyen en una buena circulación.
Pero hay otro factor relacionado con el crecimiento de las uñas, la edad, Alguien joven experimenta una tasa de crecimiento más rápida que un adulto. El hecho de un crecimiento más rápido que el de otras personas de nuestra misma edad, podría indicar que nuestro cuerpo «sigue generando células nuevas de manera eficiente» y por lo tanto el proceso de envejecimiento es más lento. Mientras que un crecimiento muy lento de las uñas podría ser un indicador de deficiencias nutricionales, problemas circulatorios u otros factores que afectan a la regeneración celular.
Pero al margen de su crecimiento, cómo tengamos las uñas, pueden ser un indicador de nuestro estado de salud. Por ejemplo las líneas blancas podrían estar asociadas a carencias nutricionales o infecciones por hongos; las uñas en cuchara son uñas delgadas cuyos bordes se curvan hacia arriba, «Suelen ser un síntoma de anemia por deficiencia de hierro. O bien, pueden deberse a la hemocromatosis, un problema hepático«, explican desde la Clínica Mayo.