La psicóloga Laura Ferreiro explica que estos días se está dando un fenómeno llamado trastorno afectivo estacional (TAE), que es «una especie de depresión muy frecuente en épocas de poca luz, en otoño y en invierno, que tiene que ver con la melancolía y la tristeza».
La experta habla incluso de una base biológica para que esto suceda, ya que «a nivel hormonal la falta de luz solar afecta a la producción de serotonina, la hormona de la felicidad. Y también se altera la melatonina, relacionada con el sueño«, explica. Y añade que esto a su vez hace que durmamos peor y tengamos menos energía.
Por otra parte, el mal tiempo hace que reduzcamos la socialización, la vida fuera de casa y las actividades al aire libre. Y el hecho de «estar entre cuatro paredes, no poder salir o hacer ejercicio al aire libre, claro que afecta. El clima y la salud mental están íntimamente relacionados», explica.
Pero el ánimo no es lo único que se resiente en este sentido. Desde medicinadeldolor.es explican que sí hay una relación comprobada científicamente entre el dolor y los cambios de tiempo en el caso de ciertas enfermedades reumáticas o antiguas lesiones.
Algo que ocurre por diferentes motivos, explican: «El frío produce que los músculos y otras estructuras como tendones y ligamentos se contraigan, así como que se produzca una vasoconstricción, haciendo que los músculos no reciban suficiente aporte sanguíneo y pierdan elasticidad. Nosotros mismos, inconscientemente, también nos contraemos para mantener la temperatura corporal y nuestros músculos se ponen rígidos«, y todo ello favorece la aparición o el aumento del dolor.
Y hablan de dos razones más para que esto ocurra:
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