Ambas conocieron a Augusto Calazacón, un líder muy respetado entre el pueblo de los tsáchilas, y descubrieron cómo vive la gente del poblado, una vida basada en la medicina natural y el saber que se va trasmitiendo entre generaciones. Pudieron también charlar con algunas de las mujeres del poblado e incluso se dejaron maquillar y vestir como si fueran parte del grupo.
Entregadas por completo a cada experiencia que se les presentaba oportunidad de vivir, madre e hija no pudieron evitar compartir sinceras charlas y reflexiones que extraían del viaje.
«Yo me estoy dando cuenta de que a medida que viajo voy conectando más con otras civilizaciones que con la mía«, expresaba Paz Padilla tras visitar otra comunidad indígena, los sarayaku. Este pueblo se enfoca aún más en la conexión espiritual con la naturaleza, algo con lo que la humorista conecta.
Tanto es así que incluso llegó a verbalizar una dura conclusión: «Yo sobro en España«. «¿Cómo puede ser que los entienda tan bien?«, continuaba diciendo la gaditana sobre las diferentes comunidades indígenas que había visitado. Su hija no daba crédito a las palabras de su madre, sobre todo cuando esta le confesó que estaba planteándose mudarse una temporada a Ecuador.
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