Aquellos que lo sufren tienen dificultades para concentrarse en el presente precisamente por esa obsesión por el pasado que les hace tener remordimientos constantes por acciones ya lejanas e incluso una sensación de nostalgia y tristeza permanente. A esto hay que unirle la «incapacidad para perdonarse a uno mismo o a los demás por errores cometidos en el pasado», explican desde El Confidencial.
Todo ello puede llevar a tener una baja autoestima y sentimientos de culpa, además de interferir a las relaciones personales. Los traumas emocionales, las experiencias negativas significativas, las pérdidas importantes o incluso los trastornos de ansiedad o depresión pueden estar relacionados con este síndrome.
Respecto a como puede afectar a la vida del que lo sufre, desde el mismo medio explican que: «Puede afectar su capacidad para tomar decisiones de manera efectiva, comprometer su salud mental y emocional, y dificultar su capacidad para disfrutar de las experiencias presentes». A lo que se une la terrible sensación de estar atrapado en un bucle de dolor emocional constante.
Y respecto a la manera de abordar este tipo de fenómeno psicológico, la buena noticia es que hay estrategias que pueden ayudar a los que lo sufren a recuperar el control sobre sus vidas, entre ellas la terapia cognitivo-conductual, las técnicas de mindfulness o el desarrollo de habilidades para manejar el estrés y la ansiedad, entre otras.