Aunque la tendencia general de los conductores por prisa, costumbre o desconocimiento es a pasar en ámbar, la norma de la Dirección General de Tráfico es la siguiente: «el color ámbar tiene la misma validez que el rojo, lo que significa que el color ‘amarillo’ obliga a la detención obligatoria del vehículo», explican desde El Economista.
Es más, el artículo 146 del Reglamento General de Conductores indica que «la DGT puede multar a cualquier coche que se salte un semáforo en ámbar», aunque hay una excepción, si el semáforo parpadea, entonces aunque esté en ámbar podemos pasar con precaución, explican desde el mismo medio.
La indicación de la DGT no puede ser más clara: debemos parar nuestro vehículo cuando veamos el cambio de color de verde a ámbar. Pero matizan, si nuestro coche está tan cerca del semáforo que sabemos que frenando vamos a generar una situación de peligro, aquí si estaremos legitimados a pasarnos el semáforo en ámbar.
La multa por pasarnos un semáforo en ámbar sin que haya una situación de peligro por medio es de 200 euros, 100 si lo pagamos en los 20 días siguientes a que nos la notifiquen, además de la retirada de cuatro puntos del permiso de conducir.