Sus propiedades nutricionales y su precio, además de su buena conservación, han hecho de las sardinas en lata un producto muy popular durante años. Sin embargo ahora muchos expertos desaconsejan su consumo. Te contamos por qué.
Pero primero detengámonos en sus propiedades, las sardinas en conserva son fuente de proteínas, ácidos grasos omega-3, calcio, vitamina D y otros nutrientes esenciales, todos ellos muy importantes para cuidar la salud cardiovascular, la función cerebral y los huesos. A esto hay que añadir que al ser un pescado pequeño, sus niveles de mercurio son más bajos que en otro tipo de pescado más grande como el atún. Pero entonces, ¿cual es la razón de que algunos expertos desaconsejen su consumo?, te lo contamos.
Desde El diario de Córdoba explican que la posible contaminación por metales, incluyendo el estaño y el aluminio que podrían trasferirse a los alimentos desde el envase, es una de las principales razones y añaden que «a pesar de que las latas modernas están recubiertas para evitar la trasferencia de metales, existe un leve riesgo de corrosión en caso de almacenamiento prolongado o inadecuado: algo que podría llevar a la contaminación del contenido».
Pero esta no es la única razón, su alto contenido en sodio también preocupa a los expertos, que advierten que un consumo excesivo podría dar lugar a problemas de salud como hipertensión, enfermedades cardiovasculares o daños renales. A esto hay que añadir la presencia de Bisfenol A (BPA) en el revestimiento interno de agunas latas, un producto químico que se relaciona con problemas de salud hormonales, cáncer y otras enfermedades cardíacas, explican.
Desde el mismo medio aluden también al proceso de enlatado de las sardinas, que puede afectar a su textura y sabor. Además, un mal almacenamiento de las latas puede hacer que se desarrollen sabores y olores desagradables.