En cualquiera de los casos es importante que se hable y se consensue qué es lo que se quiere y qué tipo de vínculo se quiere forjar.
Por un lado, el poliamor es un término que se ha hecho muy popular en los últimos años como una alternativa a las relaciones más convencionales. Consiste en estar abierto a tener más de una pareja con todo lo que ello supone, es decir, lo que comúnmente uno siempre busca en una pareja para tener una relación sana.
El poliamor tiene como base la constante comunicación con el otro y el establecimiento de acuerdos consensuados para que todas las partes implicadas puedan ser responsables afectivamente con sus respectivas parejas.
Por otro lado, las relaciones abiertas guardan similitudes en cuanto a definir los límites o el consenso mutuo, pero difieren en lo referente al compromiso con las parejas. En este caso, optar por una relación abierta supone tener total libertad para mantener relaciones sexuales con otras personas, pero siempre que se le comunique a tu pareja.
Ninguna de estas formas de relacionarse con las personas es la panacea del amor. De hecho, siempre que no se comunique con respeto podrán surgir lazos tóxicos, tanto a nivel sexual como a nivel afectivo.
Por eso, es importante que tengas claro que en la confianza y en la honestidad residen los pilares de cualquier relación y estas no iban a ser menos.
Cada persona tiene sus propias vivencias y experiencias y elige libremente escoger cuál va a ser el siguiente paso en su camino.
Y ello no significa que vaya a ser una decisión que escoja de por vida, sino que, a lo mejor se comienza con una relación abierta, pero al tiempo se cierra o sucede lo contrario. Las normas no están escritas.
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