Además, por el frío, tendemos a tener la calefacción encendida, lo que provoca que estos ambientes se resequen y que nuestro cuerpo y vías respiratorias tengan menos capas de mucosa. Por ello, pueden producirse brotes como el que ha sucedido en Guadalajara, aunque también la vacunación es clave para evitarlos.
La infección de la tosferina ataca al aparato respiratorio y, en ocasiones, por sus síntomas pasa desapercibida sin complicaciones para adultos. El contagio se produce directamente desde la persona enferma a la sana por el aire (hablando, tosiendo…). Se puede contagiar desde el periodo inicial del catarro hasta cuatro semanas después iniciada la tos, si no se trata al enfermo adecuadamente. Por su parte, los portadores sanos no contagian.
Mientras que para los adultos puede pasar desapercibida, la tosferina supone un riesgo elevado para los bebés menores de seis meses, especialmente en los de tres que no se han vacunado aún.
La tosferina tiene distintos periodos: En su incubación, que dura entre una y dos semanas, la persona portadora es asintomática. Durante el periodo catarral o de inicio, que dura dos semanas, los síntomas son los habituales a un catarro (rinitis, estornudos, fiebre, tos leve, tos seca…). Por último, durante el periodo de estado, que dura de cuatro a seis semanas, la tos se vuelve más ininterrumpida, con momentos de sensación de angustia. Esta tos convulsiva suele terminar en una inspiración larga, acompañada de un silbido agudo.
Las complicaciones más graves relacionadas con la tosferina se pueden producir en niños pequeños, llevando a bronquitis y neumonías, o a problemas neurológicos (como alteraciones de la conciencia por la falta de oxígeno). Y es que la capacidad de contagio de la tosferina es elevada, pudiendo producirse a partir de personas enfermas o asintomáticas. Afecta a todos los grupos de edad, pero tiene importante morbimortalidad en menores de tres y cuatro meses.
Durante los primeros seis meses de vida, los bebés tienen un mayor riesgo de presentar complicaciones por la tosferina, incluso si son niños sanos. Esto se debe a que su sistema no ha terminado de desarrollarse, más si todavía no han sido vacunados de ello.
La vacunación de las mujeres embarazadas en España, implantada desde 2016, ayuda a la reducción de la enfermedad grave en los más pequeños. Se ha demostrado que es la medida más efectiva para prevenir los casos en los lactantes, lo que ha hecho disminuir el número de casos en España.
Un dato importante sobre la tosferina en los bebés es que esta complicación puede no provocarles nada de tos. En cambio, hacen que dejen de respirar y que la piel se les ponga azulada, lo que indicará la necesidad de tratar inmediatamente al niño. Según la Asociación de Pediatría En Familia, los bebés y los niños pequeños tienen más probabilidades de ser hospitalizados porque tienen más riesgo de desarrollar complicaciones.
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