¿Qué es el gluten? Seguramente hayan muchas personas que todavía no separan detectarlo bien, ni tampoco definirlo. Se trata de una proteína que se halla en la semilla de muchos cereales como el trigo, la cebada, el centeno, la espelta o algunas variedades de avena. Como apuntan desde la Federación de Asociaciones de Celíacos de España, el grano de los cereales no está compuesto únicamente por gluten, sino que hay otras partes derivadas como el almidón, el germen o el salvado.
Asimismo, cuando hablamos de gluten, nos referimos a esa parte que permite la elasticidad de la masa de harina y que hace que coja consistencia y esponjosidad de los panes y masas. De ahí que sea un producto que esté muy presente en nuestra alimentación y que muchas personas se percaten de manera rápida de que son incapaces de digerir esta proteína.
Los tipos de patologías que puede generar el gluten son de lo más variadas: desde enfermedades celiacas, alergias hasta sensibilidad al gluten y no a la celiaquía. De ahí que sea importante detectar las diferencias entre una y otra.
En los últimos tiempos, según un estudio en el que recogen datos del Sistema Nacional de Salud, entre el 1 y el 2% de la población mundial se ve afectada por problemas de celiaquía e intolerancia al gluten.
Hay diferentes formas de que la enfermedad celíaca se manifieste en nuestro cuerpo y mayormente todas ellas se ven reflejadas en nuestro aparato digestivo. Habitualmente, cuando una persona es celiaca presenta dolor abdominal, diarrea, flatulencias, estreñimiento y grasa en heces, aunque también otros síntomas extra digestivos como anemia, osteoporosis, defectos en el esmalte dental, trastornos neurológicos, apatía, cansancio y dermatitis. Entonces, ¿cuál es la diferencia entre ambas patologías?
La principal diferencia entre la celiaquía y la intolerancia al gluten es que la primera de ellas es un trastorno crónico, sistémico y de origen autoinmune y sus problemas se desencadenan al consumir gluten. Además, la celiaquía es algo genético, mientras que la intolerancia no. En cuanto a las consecuencia fisiológicas que produce el gluten suelen ser cólicos intestinales, diarreas, vómitos, fatiga o dolor de cabeza y en el caso de la intolerancia no tiene daños intestinales.