Un embarazo es, en la mayoría de los casos, una buena noticia para una mujer y su entorno. Sin embargo para esta comienzan una serie de cambios físicos y psicológicos que en algunos casos son complicados de llevar, que pueden desarrllar pregorexia.
Y es que a los cambios hormonales y emocionales se unen los físicos. Durante el embarazo podemos llegar a engordar hasta 16 kilos, según explican desde la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia y esto para muchas mujeres se puede convertir en un trastorno de la alimentación, al tener un miedo excesivo a engordar.
La dietista-nutricionista Carmen Horno Pérez, miembro de la Academia Española de Nutrición y Dietética, lo define como «el miedo de algunas mujeres embarazadas a aumentar de peso, ver cómo su cuerpo crece, sentir una corporalidad más gruesa y que las cifras de su báscula empiecen a subir».
Su nombre es pregorexia y puede afectar y mucho al bebé que estamos gestando. La doctora Marisa Navarro, autora del libro ‘La alimentación emocional’ (Vivelibro, 2023), explica en Yo dona que «puede llegar a ser muy peligrosa».
Y añade, «Hay mujeres que vomitan después de comer, o comen poquísimo. Otras, en cambio, optan por hacer un ejercicio físico excesivo». La experta explica que es complicada de detectar por la familia e incluso la pareja, sobre todo porque durante los primeros meses de embarazo los vómitos son frecuentes. Sin embargo estos, familia y pareja, tienen un papel clave en la recuperación de la paciente, «pero sin ser jueces», matiza Horno que añade que, «nunca se ha de obligar a la paciente a comer, ya que eso puede repercutir en una mayor repulsión hacia la comida».
La experta haba de algunos síntomas que pueden alertarnos como: que la embarazada haga ejercicio físico de mucha intensidad (sobre todo, si anteriormente no se realizaba), reduzca la cantidad de comida ingerida respecto a antes del embarazo, tome suplementos nutricionales como sustituto de comidas o evite los alimentos más calóricos y haga constantemente comentarios desagradables en cuanto a imagen y peso.
Para la madre, no alimentarse bien durante el embarazo puede acarrear problemas en la piel, caída del cabello y alteraciones óseas y para el bebé «alteraciones en líquido amniótico, desprendimiento de la placenta, bajo peso , etc.», explica la doctora Navarro que habla también de problemas respiratorios en el recién nacido e hipertensión e «incluso, la muerte».
Además del apoyo familiar que comentábamos antes, el abordaje de esta enfermedad pasa por el apoyo de un psicólogo y un dietista-nutricionista, que le sepan explicar y trasmitir a la futura madre la importancia de alimentarse bien de cara a la salud de su bebé, y es que tal y como explica Carmen Horno, «comprender el proceso fisiológico por el que pasa durante el embarazo y cómo cambian sus necesidades energéticas y de nutrientes para conseguir el desarrollo del bebé, la ayuda a tomar conciencia».
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