La periodista compartía un texto desde el hospital, si bien no dejaba claro si era ella la que estaba ingresada o era alguien de su entorno. Unas palabras que, no obstante, dan cuenta de cómo han sido estos días para la periodista «en la habitación 678«.
«Me produce una extraña alegría que en la habitación 678, justo en este momento, alguien lee exactamente el mismo libro que yo, probablemente en el mismo sofá de polipiel, con la misma incertidumbre«, comenzaba a decir esta. «En los pasillos y en la cafetería me cruzo con muchísimas personas que siempre dejan paso en el ascensor y saludan sonrientes, como lo hago yo«, continuaba.
Una serie de gestos que demuestran educación y complicidad y que «son los ‘códigos’ de este lugar, donde todos sabemos la necesidad de cariño y afecto en estos días interminables«, señala la periodista. «Entre estas paredes se valora mucho más cualquier gesto, cualquier detalle, cualquier soplo de aire fresco. Cualquier buena noticia«, agrega sobre el valor de los pequeños detalles cuando uno se encuentra en el hospital.
En el mismo texto Sara Carbonero contaba a sus tres millones y medio de seguidores a qué dedica las horas en este lugar. «En la sala de al lado, han puesto unos juegos y unos libros para que la gente pueda matar el tiempo ahí. Ayer por la tarde me acerqué un rato y vi a un señor que no podía caminar, ni hablar, jugando al dominó con su nieto. Creo que este último se dejó ganar porque bromeaban sobre el asunto«, escribe.
«También un aparato de música que funciona con CDs. Todos son de música clásica, elijo uno de Haydn porque me recuerda a los viajes en coche de pequeña. Y acabo pinchando para toda la planta«, añade esta. Libros, música, juegos, buena compañía… Esta no pudo obviar la sencillez en la que residen los momentos de felicidad en este lugar.
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