Para el ‘oubaitori’ cada uno de nosotros somos una flor diferente en ese gran jardín llamado mundo. Cada uno con habilidades y pasiones diferentes en la vida. «Algunos pueden ser como las rosas, desplegando pétalos de logros tempranos y vibrantes, mientras que otros son lirios que tardan más en abrirse, pero que son igual de impresionantes», explica el psicólogo.
Esta forma de ver a las personas alivia la presión de ser como los demás, además de celebrar la diversidad y los tiempos de cada uno. Y es que sus dos principios básicos son, la aceptación de nuestras debilidades y fortalezas personales, para sentirnos así tranquilos y serenos y el entender que la perfección no sirve como principio vital. Cuando comprendemos esto último podemos liberarnos de expectativas que no son realistas y experimentamos mayor bienestar emocional.
Y es que para el ‘oubaitori’ cada uno tenemos nuestro propio valor y seguimos nuestro propio camino, de la misma forma que «cada flor alberga su belleza, proporciona sus frutos y sus aromas y adorna el paisaje a su manera«, explican desde El País. De hecho, la palabra japonesa ‘oubaitori’ se escribe con el nombre de cuatro flores: la del cerezo, la del albaricoque, la del melocotón y la de la ciruela.
Otro de sus principios es evitar las comparaciones, que no proporcionan ningún beneficio: «Resulta más provechoso enfocarse en impulsar el crecimiento personal, conocerse uno mismo y abrazar lo que le hace especial.», explican.
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