Hace una semana escasa hablábamos de la penterafobia, un término que viene del griego ‘pentheras’, que significa suegra, y de ‘phobos’, que significa odio o miedo y que se define como el miedo o terror a la suegra. Pues bien, hoy nos referimos a otro miedo irracional, el miedo al dinero o crematofobia.
Y es que «hay personas que pueden llegar a sentir verdadero miedo ante todo lo que esté relacionado con el poderoso dinero. Ya sea porque lo ven como algo que trae consigo el mal o porque tienen miedo de hacer un mal uso, hay personas que tienen fobia al dinero», explican desde psicologiaymente.com.
Se trata de «personas que tienen una preocupación patológica acerca lo económico, teniendo miedo de perder dinero pero, también, podemos considerar como crometafóbicos a aquellos que temen llevar dinero encima y ser víctimas de algún atraco o que el dinero los corrompa», añaden.
Quién sufre crematofobia, experimenta un temor irracional e incapacitante hacia el dinero, que se puede manifestar de distintas formas que van desde la ansiedad al tocar billetes o monedas, hasta el evitar cualquier tipo de transacción financiera, explican desde La Razón.
Suele tener que ver con «experiencias traumáticas pasadas relacionadas con el dinero, como robos o estafas financieras», aunque también los factores culturales y sociales pueden estar detrás. Aquellos que la sufren pueden experimentar desde palpitaciones, a sudoración excesiva e incluso los ataques de pánico al exponerse a billetes o monedas.
Para algunos de los que la sufren no se trata símplemente de miedo al contacto con dinero físico, algo que podría aliviar la llegada de la economía digitalizada, sino también incluye miedo a las transacciones virtuales.
Cómo cualquier fobia, afecta a la vida diaria de aquellos que la sufren, sobre todo en lo que se refiere a «la calidad de vida y la autonomía económica de los individuos», explican desde el mismo medio desde el que se refieren además al estigma social asociado a ella que hacen que quienes la sufren se sientan incomprendidos y aislados.
Aunque es poco común, es fundamental para apoyar a quienes sufren esta u otro tipo de fobia, fomentar la educación sobre los trastornos de ansiedad y el acceso a tratamientos psicológicos adecuados, además de intentar evitar en la medida de lo posible los prejuicios al respecto.
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