Desde Huffington Post se refieren a Marta Vila, experta en educación canina y fundadora del Centro UAU, que explica que cogiendo a nuestro perro, estamos haciendo que el otro le vea como una presa o como un premio que le ofreces y por lo tanto «todavía se sentirá más atraído».
Por eso su recomendación es ponerlo a salvo, por supuesto, pero en un sitio al que no llegue el perro grande. Puede ser encima de un coche o en un contenedor, pero nunca en brazos, ya que os estaréis poniendo en peligro los dos.
Si la situación es mucho peor y el otro perro ya tiene entre sus dientes al nuestro, «no le arranques a tu perro de la boca porque le puedes causar un rasgado de tejidos que haría mucho daño a tu mascota«, aconseja y mucho menos intentes coger al ‘atacante’ por las patas traseras o los genitales cómo aconsejan algunas páginas de internet, ya que te arriesgas a que te muerda, especialmente si te cercas a su boca. Algo en lo que coinciden desde expertoanimal.com: «pellizcarle los testículos o la vulva o bien levantar sus patas traseras puede, con mayor probabilidad, provocar que el perro se gire instintivamente y redirija el mordisco hacia la persona que tiene detrás«.
Su consejo es claro en este sentido, es mejor buscar su nariz o trufa y darle un golpe en ese lugar, ya que esa zona es muy sensible en los perros y una palmadita allí debería bastar para que soltara a su presa y nosotros podamos coger a nuestro perro.
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