Según los datos del último informe de Aldeas Infantiles ‘Abuelos y crianza’, nuestros mayores invierten alrededor de 16 horas semanales en echar un ojo a los nietos. Unas cifras que están bastante por encima de la media de otros países europeos. Vamos, que es muchísimo tiempo dedicado a los abuelos que, tanto los padres como las madres, deberían agradecer.
Su ayuda, tanto económica como a nivel de tiempo, es esencial para la crianza de los menores y muchos de ellos ven en sus ‘abus’ a dos grandes referentes a los que guardan un afecto irrompible. No hay más que ver la sonrisa de los hijos o su cara iluminada cada vez que ven aparecer a sus abuelos por la puerta o, incluso, su forma de hablar con ellos.
Uno de ellos son los tradicionales ‘abu’, para referirse tanto a ellos como a ellas. Mientras que existen otros apelativos más cariñosos, como ‘nana’, ‘nona’ o ‘nono’, aunque son términos italianos, que es mucho más popular para las abuelas. Y, entre los más pequeños, también se suele usar ‘bueli’ (diminutivo de ‘abuelito’ o ‘abuelita’).
Otro de los apodos que hemos oído en otras generaciones o incluso para referirse a otros miembros de la familia es el de ‘tata’, usado especialmente en el género femenino y en algunos países de Latinoamérica. A los que hay que sumar ‘bisa’, cuando hablamos de una bisabuela, o los apelativos en otros dialectos, como ‘aitona’ y ‘amatxi’ (Euskadi) o ‘lelo’ y ‘lela’ (Galicia).