Según una de las coautoras del informe, Carmela Del Moral, que además es responsable de Políticas de Infancia de la ONG, esto puede tener efectos positivos o negativos, explican desde El País: «Si el adolescente acude a alguien con conocimiento, que contrasta la información y tiene visión crítica, puede ser una buena fuente. Sin embargo, si nos encontramos con un entorno que recibe la información de la misma manera [por redes sociales] y con pocas herramientas de contraste, puede ser un problema», explica.
Y es que además uno de cada cuatro chavales encuestados no contrastan la información, aunque sospeche que es falsa, y el 68,6% cree que las redes sociales y los creadores de contenido (YouTubers, tiktokers o streamers), pueden ser confiables.
Con respecto al hecho de informarse a través de las redes, la experta explica que no está mal que lo hagan y que además es normal, pero añade que: «el problema es cuando existe información falsa y los adolescentes no son capaces de contrastarla» y señala que un 40% de adolescentes «no siempre sabe identificar noticias falsas, por lo que muchas veces, valida este discurso», algo especialmente peligroso sobre todo en los discursos de odio.
Además, desde el mismo medio aluden a los dos últimos informes del Instituto Reuters, Digital News Report, que confirman que en el caso de los jóvenes: » las redes sociales están reemplazando a los medios tradicionales como fuentes primarias de información», siendo la principal razón que les resulta difícil entender el lenguaje que usan los medios tradicionales y su forma de contar las historias. De hecho un 39% de jóvenes entre 18 y 24 años las utilizan como su principal fuente de noticias.
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