La obra presenta una atmósfera melancólica y reflexiva, donde en la voz de Mónica, parece enfrentar su propia despedida sin miedo. Tanto que impresiona como para ella esta completa el verdadero significado de la vida. No todo el mundo se atreve a ponerle melodía a un poema. La responsabilidad crece. La muerte, un tema recurrente a lo largo de los versos, sirve de un recordatorio.
Como si de una presentación se tratara, es fácil imaginar en imágenes el momento que describe. «Moriré en Buenos Aires, será de madrugada» es la primera frase que establece el escenario. «Guardaré, mansamente, las cosas del vivir» reflexiona sobre llevarse en una maleta los aprendizaje que formaron parte de ella. Incluye, por supuesto, lo negativo con «Mi pequeña poesía de adioses y de balas». «Mi tabaco, mi tango, mi puñado de esplín» elementos que han sido significativos en su vida, evocando la atmósfera cultural de Buenos Aires, claro.
Es una meditación sobre la vida y la muerte; sobre los logros y fracasos de su vida; y sobre las relaciones personales y las experiencias vividas. Es un grito a la inevitabilidad con «Mi penúltimo whisky quedará sin beber». Y puestos a morir, fantaseemos, quitémosle carga emocional y gocémosla.
Moriré en Buenos Aires, será de madrugada
Guardaré mansamente las cosas de vivir
Mi pequeña poesía de adioses y de balas
Mi tabaco, mi tango, mi puñado de esplín
Me pondré por los hombros, de abrigo, toda el alba
Mi penúltimo whisky quedará sin beber
Llegará, tangamente, mi muerte enamorada
Yo estaré muerto, en punto, cuando sean las seis
Hoy que Dios me deja de soñar
A mi olvido iré por Santa Fe
Sé que en nuestra esquina vos ya estás
Toda de tristeza, hasta los pies
Abrazame fuerte que por dentro
Me oigo muertes, viejas muertes
Moriré en Buenos Aires, será de madrugada
Que es la hora en que mueren los que saben morir
Flotará en mi silencio la mufa perfumada
De aquel verso que nunca yo te supe decir
Andaré tantas cuadras y allá en la plaza Francia
Como sombras fugadas de un cansado ballet
Repitiendo tu nombre por una calle blanca
Se me irán los recuerdos en puntitas de pie
Moriré en Buenos Aires, será de madrugada
Guardaré mansamente las cosas de vivir
Mi pequeña poesía de adioses y de balas
Mi tabaco, mi tango, mi puñado de esplín
Me pondré por los hombros, de abrigo, toda el alba
Mi penúltimo whisky quedará sin beber
Llegará, tangamente, mi muerte enamorada
Yo estaré muerto, en punto, cuando sean las seis
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