Sin embargo algo tan aparentemente inofensivo no lo era tanto y ocasionó incluso la muerte de muchas de estas mujeres para las que aquella prenda era prácticamente una jaula en la que morían abrasadas ante un incendio del que no podían escapar.
El 16 de marzo de 1858, The New York Times «dio noticia de la muerte de una chica joven, hermana de un respetable residente de la calle Beacon. El mismo periódico aseguraba que las heridas fueron tan graves que no sobrevivió más que unas horas», explican desde yorokobu.es. A su vez el Court Journal (Londres) del 20 de febrero de ese año, explica que se encuentran catalogadas «no menos de diecinueve muertes por esta causa, ocurridas en Inglaterra, entre el 1 de enero y mediados de febrero». En solo una década, la cifra ascendió a 3.000 mujeres incendiadas por su propio vestido, entre ellas dos hermanas de Oscar Wilde y la mujer del poeta Henry Wadsworth Longfellow.
Finalmente para evitar que las mujeres la usaran, «se extendió la creencia de que usar crinolina era renegar del cristianismo y fue así como las que la usaban dejaron de hacerlo o fueron socialmente rechazadas», explican desde el mismo medio. Y así fue como la doble enagua volvió a ponerse de moda.
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