Una tradición de los climas nórdicos más fríos, explica el médico especialista en sueño Walt Pickut, que consiste en «sacar el edredón al aire ártico, con la funda incluida, y dejarlo fuera durante cuatro horas».
Algo tan sencillo como airear el edredón después de dormir hará que se vayan todos los microorganismos y células muertas «que se van acumulando y que pueden generar problemas en la piel y el cabello«, explican desde welife.es.
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El método además tiene beneficios tanto en verano como en invierno, ya que «cuando hace calor, el sol tiene propiedades antibacterianas pero cuando las temperaturas son bajas, el aire puede hacer que se liberen los efectos de la humedad ambiental».
Además, explica Blomdahl que las sábanas frescas ayudan a regular la temperatura corporal y esto a su vez nos hará conciliar mejor el sueño y tener un descanso de calidad al sentirnos mejor y más cómodos. Y si no tienes un balcón o terraza donde airear tu edredón, al menos ventila la habitación abriendo persianas y ventanas y dejando pasar la luz del sol al menos una hora, ya que la luz solar tiene propiedades desinfectantes.
Y es que la luz del sol puede ayudar a eliminar los olores desagradables causados por el sudor y los aceites naturales liberados por el cuerpo, explica Rachel Marshall gerente de marca de Bensons for Beds, que habla de otro de sus beneficios, puede incluso «ayudar a restaurar el volumen de tu edredón, lo que ayuda a darle esa sensación mullida que se pierde gradualmente con el tiempo».
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