Siempre que sea posible, es preferible realizar las partes más intensas de nuestra rutina de entrenamiento, al menos dos horas antes de meternos en la cama. Esto se debe a que el ejercicio fuerte estimula y eleva la temperatura de nuestro organismo, por lo que conciliar el sueño nos llevaría más tiempo.
Es importante conseguir que el clima del cuarto en el que tenemos la cama se mantenga estable a lo largo del día, para evitar que guarde el calor cuando comienza la noche. Esto se puede conseguir cerrando las persianas y las ventanas cuando nuestra habitación está expuesta al sol y abriéndolas en el intervalo horario que esté expuesta a la sombra.
Tanto para las sábanas como para el pijama, es necesario elegir materiales naturales como el algodón o el lino, que dejan transpirar a la piel de manera adecuada. Conviene alejarse de prendas de material grueso que subirán la temperatura de nuestra cama, ocasionando que nuestras horas de sueño se vean reducidas considerablemente.
Es uno de los métodos más simples y conocidos para refrescar nuestro cuerpo en los minutos previos a dormir. Además de ayudar a la relajación de nuestros músculos, una ducha tibia nos ayuda a regular la temperatura corporal. No conviene que la ducha sea de agua totalmente fría, ya que puede despejarnos en exceso.
Las horas de descanso son fundamentales para nuestro organismo debido a:
-Favorece la recuperación física: El cuerpo aprovecha el momento del sueño para reparar tejidos, favorecer el crecimiento muscular y sintetizar la proteína.
-Mejora la salud mental: Ayuda a regular emociones y mejorar el estado de ánimo, reduciendo los niveles de ansiedad y depresión.
-Ayuda a la función cognitiva: Ya que mejora la memoria, el rendimiento cerebral y la concentración, ya que es el momento del sueño el que el cerebro utiliza para procesar y almacenar la información.
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