Una receta que a priori puede parecer muy fácil, pero no hay que subestimarla, porque puede complicarse. No te preocupes si el primer pan sin gluten que has hecho no ha tenido el resultado esperado, el siguiente seguramente saldrá mucho mejor. ¡Esto solo puede ir para arriba!
Uno de los elementos más importantes que tienes que tener en cuenta es la harina elegida. Debes elegir una harina sin gluten de buena calidad, intenta que una parte tenga harina de patata, de maíz o de mandioca, «se necesita un 50 y 50 para que funcione», explica Máximo Cabrera, asesor gastronómico en Scoolinary. La harina de calidad aportará la estructura y la textura perfecta para el pan.
El gluten es es una proteína que se encuentra en la semilla de muchos cereales y se encarga de darle elasticidad al pan. Para no perderla, debes añadir un sustituto al gluten. Por ejemplo, puedes utilizar psyllium o zaragatona, la goma xántica, la harina de lino o la harina de chía, todos hacen que se contengan los gases de la fermentación y las harinas para conseguir una estructura esponjosa, según explica el medio anterior. Los utensilios que utilices te ayudarán a mejorar la calidad del pan.
Para que el pan sin gluten quede perfecto, hay que tener mucho cuidado en el momento de hornearlo. Debes calentar el horno a 210º con calor arriba y abajo. ¡Cuidado! Nunca introduzcas el pan con el horno frío. Cuando el aparto este caliente, introduce el pan a altura media y hornea durante una hora a 210ºC.
Para conseguir el dorado ideal en tu pan sin gluten, sácalo del horno brevemente y cierra la puerta rápido. Quítale el papel de aluminio y sácalo del molde. Después, deposítalo encima del papel de horno y déjalo durante unos 15 o 20 minutos más para que el pan se dore a tu gusto.
Además, el reposo largo en frío también ayudará con el sabor y la textura del pan. Se recomienda dejar reposar la masa del pan sin gluten en la nevera durante un período de 12 a 24 horas.
MÁS SOBRE: