Las excepcionales temperaturas que hemos tenido en enero y las que se han registrado en los últimos meses han hecho que las orugas lleguen antes de tiempo. Y eso ha traído consigo el riesgo por sus efectos urticantes y que afecta directamente a los perros. En el caso de estos animales incluso puede ocasionar la muerte.
Las orugas son un tipo de lepidóptero que pertenecen a la familia Thaumetopoeidae. Se trata de un tipo de insecto que abunda en los bosques de pinos. En España concretamente se considera un insecto defoliador, es decir, que provoca la caída de las hojas de los árboles y que mayormente se encuentra en los pinos laricio.
Durante el invierno, las orugas procesionaria se esconden entre los árboles. Estas lavas están cubiertas de pelos urticantes que a menudo flotan en el aire y puede provocar en el ser humano irritación en oídos, nariz y garganta, según explican en National Graphic.
No obstante, en los animales puede llegar a provocar la muerte. Así, la veterinaria Caroline Langlois advierte a las personas con perros de la importancia de tener especial cuidado con el contacto entre los caninos y las orugas. De ahí que recomienden evitar los paseos en los bosques y, siempre que sea posible, llevar a los animales con su correa.
Así pues, dado los numerosos pelos que recubren el cuerpo de las lavas, cuando entra en contacto con las mascotas se produce una necrosis y destrucción en los tejidos de los perros, provocando en ocasiones la muerte.
No es algo extraño que durante los meses de abril y mayo se vea cómo se produce la bajada de la oruga procesionaria de las copas de los pinos. No obstante, dada las altas temperaturas que se han producido en los últimos inviernos por el cambio climático, este proceso se ha producido antes.
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