Las buenas temperaturas han llegado y parece que, ya sí, para quedarse. Eso solo indica una cosa: es el momento de hacer el cambio de armario y de despedirnos de la ropa de invierno para desempolvar la de primavera. Un momento perfecto para también reciclar la ropa que ya no usamos y darle una nueva vida. De ahí que mucha veces no sepamos muy bien qué hacer con ella: si venderla en aplicaciones de segunda mano, si donarla a organizaciones o si llevarla al contenedor blanco.
Este último es uno de los métodos más usados, pero que a su vez el que acarrea mayores dudas: ¿dónde va la ropa y el calzado usado de los contenedores? El desconocimiento muchas veces influye en la decisión de si reciclar o no la ropa. Asimismo, un estudio de 40bD apunta a que al 49,65% de la sociedad le gustaría tener más información sobre el uso que se hace con la ropa que se deposita en los contenedores indicados para ello.
La ropa y calzado que se deposita en los contenedores de ropa, según La eco cosmopolita, se traslada de manera periódica «a plantas de tratamiento textil». Al llegar allí todo el contenido depositado en el contenedor, se saca de las bolsas donde viene la ropa y comienzan la clasificación.
En este último proceso lo que se busca es separar la ropa y el calzado según diferentes criterios. Por un lado, por los diferentes artículos que se reciben. Habitualmente, no solo se reciben prendas textiles, sino también peluches y juguetes. Por otro lado, también se separa por el estado en el que se encuentra la prenda, por los tejidos y, en ocasiones, hasta por color. Esta clasificación siempre se hace de manera manual y se pasa posteriormente a bloques almacenados.
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