Reloj

La universidad de Nueva York dicta sentencia sobre cuál es la mejor jornada laboral: Todo lo demás es malo

Sería un horario que beneficiaría a los trabajadores en numerosos ámbitos vinculados a la salud

Marcos Aceña

Nunca llueve a gusto de todos, y en el tema de la jornada laboral no iba a ser menos. Hay quien prefiere trabajar de mañana para tener libre la segunda mitad del día, pero también hay personas que necesitan que su horario laboral sea vespertino. En el medio de ambas posiciones, están los que tienen como horario ideal el que es partido, repartiendo las horas a lo largo de todo el día. Pero sea cual sea tu preferencia, hay algunos horarios que pueden llegar a ser perjudiciales para la salud, según demuestra un estudio realizado por la Universidad de Nueva York que se ha publicado en la revista ‘Plos One’.

Trabajador
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Todo lo demás es malo

El estudio, se analizan a 7000 personas de 20 años con una jornada laboral dispar a las comunes, como por ejemplo los turnos de noche. A ellos se les ha estado siguiendo durante una treintena de años y los resultados de la investigación son bastante reveladores.

Según los científicos que han participado en el estudio, lo más favorable para los trabajadores es desempeñar la jornada laboral desde las nueve de la mañana hasta las cinco de la tarde; todo lo demás comenzaría a ser perjudicial para la salud humana. Por su parte, el horario recomendado aumentaría la productividad y el bienestar de los trabajadores, frente a los que se vieran obligados a enfrentar otro tipo de horario. Se comprueba que todos los encuestados cuyas horas de trabajo son diferentes a las recomendadas llegan a las noches con una mala calidad del sueño, acumulando cansancio tanto físico como emocional, además, se les ve más vinculados al padecimiento de la depresión.


Wen-Jui Han, quien se ha encargado de la publicación de los resultados, descubrió que el 26% de los encuestados trabajan en las horas recomendadas, a los que se les unía otro 35% de la población cuyo horario principal también se desarrollaba en esos tiempos. Por otra parte, un 17% se vio obligado a cambiar sus horarios por unos más cambiantes como los turnos partido o de noche y el 10% restante no demostró tener actividad laboral durante los años de duración del estudio.

Como conclusión, en uno de los párrafos del estudio, Wen-Jui Han confirmó: «El trabajo que se supone debe aportar recursos para ayudarnos a mantener una vida decente se ha convertido ahora en una vulnerabilidad para una vida saludable debido a la creciente precariedad en nuestras modalidades de trabajo, en esta sociedad cada vez más desigual. Las personas con posiciones sociales vulnerables cargan, desproporcionadamente, con estas consecuencias para la salud».

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