Hace unos días Sara Carbonero preocupaba a sus más de tres millones y medio de seguidores en Instagram con una publicación en la que confesaba estar pasando unos días en el hospital, si bien no mencionaba si era por ella misma o por alguien de su entorno. Desde allí hacía una reflexión sobre el valor de los pequeños detalles y las buenas noticias entre esas cuatro paredes.
Unos días que parecen haber quedado atrás, pues recientemente la periodista ha viajado hasta Xilxes, un municipio de Castellón, para acompañar a su hijo mayor, Martín, a un evento deportivo. Este parece seguir los pasos de su padre, Iker Casillas, en el mundo del fútbol y, como no podía ser de otra manera, Sara Carbonero le apoya y anima en cada una de sus pasiones hasta tal punto de desplazarse con él y animarle en cada competición.
A través de sus historias de Instagram la periodista compartía una fotografía junto al pequeño Martín, de 10 años de edad, mostrando lo orgullosa que está de él y de todos sus logros. En la imagen aparece esta besando en la frente a un sonriente Martín que disfruta de su gran pasión.
Durante su visita a esta localidad de la Comunidad Valenciana Sara Carbonero vivió un momento muy especial de soledad en la preciosa playa de la Costa Azahar. «Mi mala orientación (conocida por todos los míos), me hizo despistarme de la pandilla de padres y madres maravillosos que he conocido gracias al mundo fútbol/torneos de los peques y aparecer sola en una playa preciosa de Xilxes. Y cuando digo sola, es que conté cuatro personas en total«, escribía en una reciente publicación.
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Y como no hay mal que por bien no venga, esta decidió dejarse llevar y disfrutar de ese momento de soledad. Recorrió una pasarela de madera para acercarse a la orilla, disfrutó de la belleza del lugar, de la niebla que bañaba el mar y no dejaba ver dónde terminaba este y remojó sus pies en el agua helada. «Sobre esas mismas piedras me senté solamente a contemplar y a respirar«, contaba.
«Como estaba a punto de anochecer y la luna asomaba alargué un ratito más mi ‘retiro’ para contemplar la ‘mangata’ o reflejo, similar al camino que deja la luna en el agua. Justo antes de coger el coche para volver de nuevo al camping donde nos esperaba una barbacoa y despedirme del Mediterráneo por un tiempo, me vinieron a la mente estas líneas de mi querida Elvira Sastre: ‘No me siento perdida. Es solo que no sé dónde termina el mar que llevo dentro y a veces me ahogo’”, concluía Carbonero.
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