Hay quién ve una conexión con la infancia en ello, ya que «una cama desordenada les recuerda a los momentos relajados de la niñez, evocando una sensación de seguridad y comodidad«, explican.
Para otros se trata simplemente de una forma de regalarse un tiempo para uno mismo en una sociedad que vive acelerada e incluso para algunas personas se trata de algo completamente irrelevante y prefieren dedicar su tiempo y energía a otras cosas.
Sin embargo, hay quién ve detrás de esta costumbre un reflejo de la personalidad del que la practica: «Para algunos, el desorden es una forma de expresar creatividad, libertad y despreocupación por los detalles». Otros ven cierto afán de control detrás de esta decisión, ya que puede ser una manera de afirmar control sobre el propio entorno, «sentir que se toma una decisión propia sin importar lo que piensen los demás».
También hay expertos que ven en ello una manera de rebelarse contra las normas de disciplina y orden impuestas desde niños, una manera de expresar inconformidad. Y para otros se trata de gente que procrastina, que posterga cosas en todos los ámbitos de su vida.
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