Y es que aunque por una parte piensas que son muchos y algunos de ellos ni siquiera son bonitos, seguro que enseguida te asalta la duda al pensar que en unos años te gustará verlos y sobre todo a ellos, que piensas, disfrutarán viendo lo que pintaban hace veinte años.
Por eso hoy nos detenemos en el artículo que el autor de literatura infantil Martín Piñol ha publicado en el periódico El País y en el que da algunas razones para guardar estas pequeñas obras de arte, pero también algunas otras para deshacernos de ellas.
Guardándolos le estamos dando importancia al esfuerzo y fomentando así su autoestima, con ello les estamos diciendo que lo que hacen vale la pena. Otra de las razones que expone es que cuando sean mayores les gustará verlos. Y dos cosas más, si ya tienes los armarios muy llenos, un poco más no importará, además dice con sentido del humor, que puede ser una inversión barata para el futuro, ya que si las familias familias de Picasso o Dalí hubieran guardado los trabajos infantiles ‘podrían haberlos vendido por un dineral’.
Y ahora vamos con los motivos para deshacerte de ellos, el primero la falta de espacio, seguido de que «Los trabajos son objetivamente feos. Si lo son ahora, lo seguirán siendo dentro de unos años», así que mejor tirarlos ya.
El autor explica que no los vas a volver a mirar y se van a quedar para siempre en un altillo o trastero cubiertos de polvo y humedad, además de que si a tus hijos no les interesan ahora sus trabajos, cómo les van a interesar dentro de veinte años, así que mejor dedicar ese espacio a guardar documentación útil o juguetes con los que tengan un vínculo sentimental. Ahora la decisión es tuya.
Y si finalmente te decides a guardarlos te contamos tres maneras de hacerlo sin que te coman espacio. La primera de ellas es organizar exposiciones temporales caseras. Podéis utilizar pinzas y una cuerda, pizarras con imán o carpetas con pinza colgadas e ir cambiando los dibujos cada cierto tiempo.