Y es que algo que aparentemente parece inofensivo, no lo es tanto, ya que puede ocasionar problemas mecánicos, pero también para el depósito y la gasolina de nuestro vehículo. Y es que que esté parado semanas o meses hace que la gasolina pierda propiedades, sobre todo en el caso de «aquellos combustibles que no tienen muchos aditivos».
Algo que ocurre «por la oxidación de los hidrocarburos de los combustibles, que se genera por el contacto con el oxígeno, la presencia de humedad o la luz», explican desde Uppers.
La razón es que al oxidarse, los carburantes producen compuestos insolubles que pueden ocasionar averías en diferentes partes del vehículo, por ejemplo en los inyectores, «ya que el combustible degradado tiene más residuos, por lo que si se satura va a impedir trasladar al cilindro la cantidad debida de carburante”, explican desde el mismo medio.
Otra parte del coche que puede verse afectada es la bomba de combustible que tendrá que hacer mucho más esfuerzo para hacer su trabajo debido a estos restos. Lo mismo que ocurre con el filtro que al acumular más desechos, dificultará que el combustible pueda pasar correctamente por el mismo. Y una avería más, el aforador, ya que al quedarse acumulados los residuos producidos por la oxidación de la gasolina, en el fondo del depósito, no podrá medir de manera correcta la cantidad de combustible que queda.