‘Gran Hermano’ prometió sorpresas el pasado domingo, en el último debate hasta la fecha conducido por Ion Aramendi, y así ha sido. Los concursantes han sido protagonsitas de una de esas galas que, pese a que los motivos no sean siempre positivos, dificilmente se olvidan. En una misma noche se pusieron en juego cinco poderes extra que harán temblar los cimientos de la casa de Guadalix de la Sierra, ya que alguno de ellos, uncluso, podría llevar a su portador a la final de manera directa sin tener que volver a pisar la sala más temida de todas las instalaciones, la de expulsión.
A lo largo de la gala, cada uno de los concursantes tuvo que escoger uno de los objetos que se encontraban en el ‘Círculo del poder’. Una elección que, pese a que podía parecer vanal en un primer momento, sería de vital importancia para el resto de sus concursos. De todos los objetos pertinentes, únicamente cinco guardaban uno de los poderes extra.
Daniela escogió la sombrilla, que la ha convertido en ‘Super Big Bro’ para el resto de su estancia. Así, cada semana podrá proteger a una de las personas que llegue a convertirse en nominado, por lo que su asistencia en la gran final de la edición está prácticamente asegurada.
Juan se decantó por la bandera roja, cuyo poder era vetar a uno de sus compañeros en todas las nominaciones que faltan por hacer en la edición. Sin escrúpulos escogió a Óscar, que ya no volverá a dar puntos a ninguno de sus compañeros.
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Jorge, gracias a las cadenas que desde un primer momento le llamaron la atención, obtuvo el poder de la nominación perpetua, por lo que, la persona que eligiera, estará nominada de aquí en adelante. La escogida fue Daniela, quien declaró que no le da más importancia ya que lleva saliendo nominada desde la primera semana.
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La bombilla de Manu le permitió resucitar a uno de los expulsados, y la elegida, evidentemente, no podía ser otra que Laura, la hija de María José Galera con la que habría explorado su lado más sentimental.
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El poder que más críticas ha acarreado fue el que consiguió Edi tras escoger el ventilador. Podría expulsar directamente a uno de sus compañeros, de manera fulminante. Escogió a una de las grandes favoritas de la audiencia, Maica, quien rompía a llorar mientras afirmaba: «No es justo». Una vez se despidió de todos los compañeros, fue trasladada al confesionario, donde Jorge Javier Vázquez le confesó que ese poder llevaba oculta una condición: Jamás quitarían a la audiencia el poder de decidir si alguien se queda o se va, por lo que se abrió una votación express de 45 minutos cuya sentencia final fue que la concursante siguiera su aventura en Gran Hermano.
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Sin lugar a dudas, una gala que ha descolocado todos los esquemas de los concursantes.
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