Fito explicó que uno de los mayores obstáculos que enfrenta como músico es el equilibrio entre su vida personal y profesional. Aunque siempre ha tenido una relación íntima con la música, combinar la creación artística con sus responsabilidades familiares ha sido un desafío. «No puedo componer de seis a ocho y luego ir a buscar a mis hijos. Cuando hago un disco, tengo que renunciar a todo lo demás, y no estoy dispuesto a hacerlo si no me siento completamente comprometido con el proyecto» admitió.
Este dilema personal se entrelazó con una etapa oscura de su vida marcada por la adicción. Fito no tuvo reparos en rememorar cómo la fama y el ritmo frenético del rock lo llevaron a perder el control. «Nos pasábamos todo el día ‘puestos’ y celebrando cosas que ni siquiera eran para celebrar. Era como vivir en una atracción de feria que no se detenía nunca. Estaba completamente desbordado» relató con un tono que oscilaba entre la nostalgia y la reflexión.
Sin embargo, como él mismo afirmó, la vida no es una atracción que simplemente se detiene. «Eso no se para, eso se rompe» expresó con sinceridad, refiriéndose al momento en que llegó a un punto de quiebre emocional y físico. Este colapso lo llevó a buscar ayuda profesional en una clínica de rehabilitación, donde enfrentó el proceso de desintoxicación, una experiencia que no fue fácil. «Pensaba que estaba bien, pero no lo estaba. Estaba tan mal que al final tuve que buscar ayuda médica. Me agarraba a la música como un náufrago a un tronco, pero no era suficiente».
Aunque la música siempre ha sido su refugio, Fito admite que la desintoxicación fue un proceso arduo y agotador. Aun así, la música fue su salvación, su guía en medio de la tormenta. «Estaba en la clínica desintoxicándome como un gilipollas y me acuerdo que iba diciendo: ‘Me cago en Jimi Hendrix'» recuerda entre risas, subrayando cómo el humor le ayudó a sobrellevar el proceso.
Una vez recuperado, Fito volvió a los escenarios, aunque con una carga de miedo y ansiedad que nunca antes había experimentado. La rehabilitación no solo lo enfrentó a sus demonios personales, sino que también le hizo reconsiderar su relación con la música. «Tenía pánico a salir al escenario, pero la suerte que tuve fue la música, que siempre fue mi norte».
Así, tras este largo periodo de introspección y reconstrucción personal, Fito y Fitipaldis lanzaron ‘Cada Vez Cadáver’, un disco que refleja el viaje emocional que ha vivido. Aunque las canciones son más oscuras y serias que sus trabajos anteriores, también son una catarsis y un reflejo del proceso curativo que experimentó. «Cuando escribí el disco estaba en esa oscuridad, pero hacerlo me curó», señaló.
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