Y es que entre otras cosas la bajada de estrógenos que se produce en esta época de la vida, ocasiona que el cerebro cambie, ya que estas hormonas, «no sólo contribuyen a mantener la vascularización cerebral o actúan como protectoras ante las enfermedades neurodegenerativas. Sino que también están involucradas en el funcionamiento de ciertas habilidades cognitivas», explican desde welife.com.
En declaraciones al mismo medio el psicólogo sanitario Buenaventura del Charco describe la fatiga mental como, «un cansancio extremo de origen cognitivo que suele ir acompañado de dificultad para llevar a cabo ciertos procesos mentales» y explica que esto a su vez puede provocar «irritabilidad, cambios de humor, alteraciones en el apetito, falta de energía, procrastinación, ansiedad…».
La buena noticia es que este tipo de fatiga se pasa con el tiempo, en la mayoría de los casos, se regula en un par de años después de que la menopausia haya llegado, sin embargo no debemos ignorarlo, ni normalizar la apatía y la somnolencia de las que llega acompañada, algo de lo que se lamenta la psicóloga Ana Sierra, colaboradora de Petit BamBou, que insiste en que sus consecuencias pueden resultar incapacitantes.
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