Este tipo de dieta aboga por incluir todo tipo de nutrientes, es decir no caer en restricciones de ningún tipo, salvo azúcares y alimentos ultraprocesados, al no dejar de comer nada es más fácil no recuperar el peso. Lo que la libra del temido efecto rebote.
Es muy similar a la dieta mediterránea, ya que prioriza las proteinas de calidad como el pescado y las carnes magras, evitando las carnes rojas, además de tener como base «verduras, frutas y grasas saludables como el aceite de oliva, frutos secos, aguacate, huevos y aceitunas», con una única condición cocinar estos alimentos de forma saludable y en las porciones adecuadas.
Es tan sencillo como prestar especial atención al tamaño de las porciones que tomamos, que hemos de procurar que sean ‘moderadas’, además de cocinarlas a la plancha o cocidas para evitar el exceso de grasas.
Además, este tipo de ‘plan’, aboga por la alimentación consciente, «promoviendo hábitos como comer despacio, masticar bien y evitar distracciones», explican desde el mismo medio. Algo que evitará que comamos de más, » ya que permite que el cerebro envíe la señal de saciedad antes de comer demasiado”.
Forma parte del plan hacer ejercicio de manera regular, ya que este regula el apetito y el estrés evitando que comamos compulsivamente. Este plan también tiene en cuenta la parte más ‘emocional’ del paciente, sobretodo a los cambios de humor «supeditados a la confianza, la autoestima y el autocontrol de cada uno».
No hay un única dieta Fafo, sino que será un especialista el que tendrá que pautarnos la nuestra, teniendo en cuenta nuestra historia clínica, «las características físicas y biológicas de cada persona, así como también las costumbres, la cultura, y los gustos y preferencias particulares», explican desde directoalpaladar.com.
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