Además de su poder antiinflamatorio, gracias a que contiene compuestos fenólicos, «que pueden promover la reducción de la inflamación y de enfermedades crónicas relacionadas con ésta, como la artritis«, explican, además de que contiene antioxidantes y estos se asocian con una disminución del riesgo de padecer cáncer. A lo que hay que añadir, que ayuda a controlar los niveles de azúcar en sangre y la salud de los huesos y su efecto protector y tónico de la epidermis. Además de su aporte en vitamina A, que lo hace un buen protector de la vista.
Aunque ya eran conocidos sus efectos beneficiosos sobre el funcionamiento del estómago y el páncreas y su efecto beneficioso sobre el estreñimiento crónico y la gastritis hiperclorhídrica, ahora una reciente investigación liderada por las Universidades de Jaén y Granada, financiado por la Consejería de Universidad, Investigación e Innovación de la Junta de Andalucía y la Universidad de Jaén, añade un nuevo y desconocido beneficio desconocido hasta ahora: su capacidad de regular las bacterias intestinales.
La investigación, que ha sido publicada en Frontiers in Nutrition, detalla cómo el AOVE «equilibra las funciones de cepas bacterianas cercanas en el intestino, reduciendo su resistencia a antibióticos y la producción de compuestos tóxicos durante la digestión».
Los investigadores «analizaron genéticamente 75 cepas de Enterococcus, aisladas a partir de heces de ratones a los que alimentaron con una dieta estándar o con dietas ricas en grasas enriquecidas con un suplemento del 20% de mantequilla, aceite de oliva refinado o aceite de oliva virgen extra», explican desde el mismo medio.
Entre las infecciones que causa esta bacteria está la endocarditis (válvulas del corazón), infecciones urinarias, prostatitis o celulitis. Se estudiaron las muestras en heces a la semana cero, a las seis y a las doce semanas de la dieta «en busca de factores de virulencia y resistencia a antibióticos».
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