Lo publicó el pasado mes de octubre la revista Chemosphere y explica que instrumentos tan comunes como espátulas, bandejas de sushi para llevar y hasta juguetes infantiles, podían contener retardantes de llama que, según estudios anteriores, pueden filtrarse de los plásticos, sobre todo cuando estos se calientan.
Los retardantes de llama son un grupo diverso de sustancias químicas que se añaden a plásticos o textiles, además de a acabados de superficies y revestimientos y que se activan por la presencia de una fuente de ignición. Sirven para prevenir o retardar el desarrollo del encendido por una variedad de diferentes métodos físicos y químicos.
Este tipo de sustancia se añadía en los años setenta a televisores y ordenadores, para frenar la propagación del fuego, pero después de demostrarse, por algunos estudios que son tóxicos e incluso pueden ser cancerígenos a altos niveles de exposición, los fabricantes los fueron eliminando de manera progresiva.
Ahora, vuelven a estar presentes en artículos domésticos de plástico fabricados con residuos electrónicos reciclados, ya que la normativa que limitaba su uso, no se aplicaba a estos materiales. La exposición a este tipo de sustancias químicas a niveles elevados se ha relacionado con efectos graves para la salud, pero en el caso de estos artículos domésticos no está claro cómo o cuánto puede afectarnos.
Los investigadores encontraron estas sustancias químicas en 17 de los más de 200 productos domésticos que analizaron en este estudio y vieron que algunos de ellos contenían decaBDE, un retardante de llama relacionado con el cáncer que «la Agencia de Protección del Medio Ambiente prohibió en 2021 basándose en estudios que habían demostrado que era peligroso para la salud humana”, explica Emily Schmall, reportera de la sección Well del Times sobre clima y salud.
Además señala que hay estudios que relacionan la exposición a este tipo de productos con mayor riesgo de cáncer, además de con alteraciones endocrinas y efectos sobre la salud reproductiva y el neurodesarrollo. Pero son los científicos los que deben responder a preguntas cómo cual es el nivel de exposición grave para la salud y qué riesgo tiene usar este tipo de utensilios domésticos.
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