Y es que a pesar de que se suele decir que este tipo de esmalte protege la uña, esta afirmación tiene algo de trampa, tal y como explica la Dra. Cristina García Millán, dermatóloga del Grupo Pedro Jaén y miembro del Grupo Español de Dermatología Estética y Terapéutica (GEDET) en welife.es: «Nos dicen eso porque el esmalte semipermanente puede proporcionarles cierta protección en comparación con el tradicional al ser mas duradero, lo que puede ayudar a prevenir roturas, por ejemplo. Pero no va mas allá de una protección simplemente externa, la uña no se beneficia en absoluto de llevar un esmalte semipermanente debido al proceso de retirada y aplicación, que aunque se realice con cuidado, la resecan», explica.
Además la experta habla de dos problemas más de este tipo de esmaltes: el primero la exposición a la radiación ultravioleta con el secado que puede tener efectos dañinos para la piel, y es que los rayos UV-A y en menor medida luz UV-B que emiten este tipo de lámparas pueden ocasionar: «envejecimiento prematuro y aumento del riesgo de cáncer cutáneo«, explica.
Por otro lado García Millán habla de la exposición a productos químicos que se utilizan para este tipo de manicuras, que a la larga podrían ocasionar alergias de contacto. Y es que esos utilizan unas sustancias adhesivas llamadas acrilatos, para fijarlos y estas pueden producir dermatitis de contacto si los usamos frecuentemente.
Para la dermatóloga una buena opción es realizar el esmaltado una vez al mes y dejar descansar las uñas dos o tres semanas, si no nos arriesgamos a que nuestras uñas se debiliten, se separen en capas e incluso cambien su coloración, haciéndolas más susceptibles a roturas e incluso a infecciones de las partes blandas que las rodean.
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