Aunque las temperaturas ya empiecen a acechar con fuerza, lo cierto es que la estación estival todavía no ha empezado, aunque está a la vuelta de la esquina. La llegada del verano supone un cambio de armario, de planes y también de un giro en nuestra alimentación ya que buscamos los más frescos. Las fresas, a pesar de poder encontrarlas durante todo el año, a partir del mes de abril se suelen ver más en los supermercados.
Si hay algo que en España muchos consumidores buscan es consumir productos que procedan de nuestro país: frutas, verduras, huevos, pescados y carnes, entre otros. Gracias a la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), todos los productos tienen que estar por ley etiquetados para tener prácticas de consumo responsable.
En la mayoría de supermercados o fruterías se suele indicar en los carteles el sitio del cual se han importado las fresas, tal y como indica la OCU. No obstante, hay un truco que va mucho más allá y que resulta más fácil a la hora de verificarlo: el código de barras o EAN (Código de Numeración Europea de Artículos) de las fresas.
¿Qué es el código de barras o EAN? Pues bien, se trata de un número que está formado por 13 dígitos dependiendo del producto y depende de los estándares GS1. Esto último, un lenguaje común que se ha creado entre los fabricantes para distribuir e identificar los productos.
Al igual que los números de teléfono móvil, el código tiene un prefijo que designa a qué país pertenece. En el caso de España, los alimentos que se cultivan o producen aquí tienen el 84.
Para poder diferenciar qué fresas vienen de España y cuáles de Marruecos, más aún tras detectar Hepatitis A en algunos productos procedente de este país, hay que fijarse en dicho prefijo. En el caso de las fresas marroquíes, el prefijo identificativo es el 611.
Así pues, también es importante conocer qué quiere decir el resto del código de barras. Los cinco números que le siguen al prefijo son los que se asignan a la empresa y los cinco posteriores los que hacen referencia al producto dependiendo del fabricante. Por último, de manera habitual las fresas españolas llevan consigo certificaciones de calidad específicas de la Unión Europea, como el sello de Indicación Geográfica Protegida (IGP) o Denominación de Origen Protegida (DOP).
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