Y es que aunque nos proporciona agua caliente para ducharnos, lavar o fregar, el calentador, si no lo manejamos adecuadamente, tiene un peligro potencial: puede incendiarse debido al sobrecalentamiento.
Lo explican desde la revista Semana: «cuando un calentador de agua está en funcionamiento, su sistema de calefacción está en constante actividad para mantener el agua a una temperatura deseada. En modelos más antiguos o en aquellos que no han recibido un mantenimiento adecuado, los componentes internos pueden desgastarse, lo que aumenta el riesgo de fallos eléctricos o de fuga de gas«.
Un riesgo que es aún mayor si está encendido sin supervisión explican, ya que, en el caso de los eléctricos, un cortocircuito o un mal aislamiento de los cables, pueden provocar que salten chispas o se sobrecaliente. En el caso de los de gas, las fugas o los problemas en el sistema de ventilación, incrementan este riesgo de incendio.
Para evitarlo, la recomendación es desconectar el electrodoméstico cuando no lo necesitemos, algo con lo que además estaremos contribuyendo a economizar en el gasto de energía. Es importante también realizar un mantenimiento regular de nuestro calentador mediante revisiones periódicas en las que verifiquen que no hay fugas, lo limpien y un experto se asegure de que todo funciona correctamente. Además de colocarlo en un lugar donde no esté en contacto con materiales inflamables y esté correctamente ventilado.
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