Defensa y reparación: así reacciona tu cuerpo cuándo te haces una herida

Lo ha explicado el jefe del Servicio de Inmunología del Hospital Universitario de Santiago de Compostela, en sus redes

Ana Más

Hacerse una herida es algo bastante frecuente, de hecho, si tienes niños las verás prácticamente a diario. Lo normal es que la lavemos y curemos y sigamos con nuestra vida normal como si nada. Pero seguro que nunca te has preguntado qué procesos se desencadenan en nuestro organismo después de que esto ocurra. José Gómez Rial es el jefe del Servicio de Inmunología del Hospital Universitario de Santiago de Compostela y ha hablado sobre esto a través de su cuenta de X.

A lo primero que se refiere el médico, explican desde El Confidencial, es a la respuesta inmediata de nuestro cuerpo tras hacernos una herida, es entonces cuando «Las células dañadas liberan señales químicas, llamadas «alarminas», que alertan al sistema inmunológico que patrulla en la zona para que actúe rápidamente», explica.

Y es que cuando nos hacemos una herida, se rompe nuestra primera barrera protectora, que es la piel, explica y deja así expuesto al interior del cuerpo a posibles infecciones. Es en ese momento cuando, «el sistema inmune innato entra rápidamente en acción para defendernos, buscando cualquier signo de daño o microorganismos invasores», matiza.

Los neutrófilos, los primeros en llegar a la herida


La primera respuesta que da nuestro organismo es la inflamación, «los vasos sanguíneos en la zona se dilatan, lo que provoca enrojecimiento e hinchazón, pero también permite que más células inmunes lleguen rápidamente a la herida. Además, el sangrado se detiene con la formación de un coágulo», añade . Los primeros en llegar serán los neutrófilos, las células encargadas de ‘limpiar’ el área, atacando cualquier bacteria o patógeno. Pero no lo hacen solas, les acompañan los macrófagos, que «ayudan a eliminar restos celulares y envían señales para promover la reparación», explica.

El inmunólogo habla del papel crucial de las plaquetas , que además de detener el sangrado formando el coágulo, liberan factores de crecimiento que estimulan la regeneración de tejidos. De forma paralela: «el cuerpo comienza a producir moléculas de señalización como las citocinas y las quimiocinas, que coordinan la respuesta inflamatoria y atraen más células inmunes al sitio de la herida«, explica.

Y añade que una vez que disminuye el riesgo de infección, el proceso cambia hacia la reparación. Es entonces cuándo: «Los fibroblastos generan colágeno para cerrar la herida, mientras que los queratinocitos ayudan a reconstruir la capa externa de la piel».

El experto explica que es esencial el equilibrio ya que, si la inflamación es muy intensa puede dañar los tejidos sanos, pero si es muy débil: «el cuerpo puede no defenderse adecuadamente contra las infecciones». Y en todo ello tienen mucho que ver los organismos que conviven en la piel, o lo que es lo mismo, el microbioma, cuyo papel es muy importante en este proceso. Las bacterias beneficiosas presentes en nuestra piel «ayudan a regular la inflamación y mantienen un ambiente saludable que favorece la cicatrización«, explica.

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