‘La Sustancia’, la más reciente película de Coralie Fargeat, es una sátira de terror corporal que explora de forma brutal y grotesca la obsesión con la juventud y la perfección física, y cómo esta obsesión puede llegar a consumir a las personas hasta la destrucción total. Con una trama que combina horror y crítica social, la historia sigue a Elisabeth Sparkle, una antigua estrella de Hollywood que recurre a una droga experimental para rejuvenecer, lo que da lugar a una versión más joven de sí misma, llamada Sue. Sin embargo, las cosas toman un giro oscuro cuando ambas versiones comienzan a competir por el control de una vida que parece estar basada únicamente en la apariencia.
La historia nos invita a reflexionar sobre la presión que impone la industria del entretenimiento en torno a la juventud y la belleza, y cómo afecta no solo a sus protagonistas, sino también al público, que absorbe y perpetúa estos ideales. Es fácil imaginar a cantantes como Ana Mena y Ana Belén en papeles similares a los de Elisabeth y Sue. Es fuerte cómo esta problemática afecta a mujeres de todas las edades. Desde artistas como Ana Mena, Aitana o Rosalía, entre otras, como representantes de una generación joven y expuesta al escrutinio constante en redes, y Ana Belén, Laura Pausini o Paulina Rubio unos íconos que comenzaron su carrera en un contexto mediático mucho más restrictivo, podrían fácilmente verse reflejadas en el conflicto central de la película.
Justo cuando se rumoreaba que Cher se tomaba la sustancia para convertirse en Dua Lipa (?) aparecieron las dos juntas cantando “Believe” para desmentirlo pic.twitter.com/27hN6vcZlm
— Ana Manson (@CapitAnna) October 20, 2024
La evolución de Elisabeth y Sue simboliza una lucha interna que, en diferentes grados, enfrenta cualquiera que haya sentido la presión de encajar en un molde estético impuesto por los demás. Las dos partes de Elisabeth, que inicialmente eran una sola, terminan viéndose mutuamente como rivales, reflejando la alienación y el descontento que pueden surgir cuando alguien prioriza la apariencia sobre su verdadera identidad. Esta dualidad es un recordatorio de que, más allá de los estándares de belleza, todos tenemos una «sustancia» que va más allá de lo visible, y que aceptar nuestra apariencia natural puede ser mucho más liberador y gratificante que perseguir ideales inalcanzables.
‘La Sustancia’ lleva al extremo este dilema: ¿hasta qué punto es saludable obsesionarse con la apariencia? La grotesca transformación final de Elisabeth y Sue en un «Monstruo Elisasue» plantea un mensaje escalofriante: cuando la identidad se consume por la apariencia física, todo aquello que una vez definió a la persona puede colapsar en una pila de entrañas sin sentido. Al final, como la misma ‘La Sustancia’ muestra, no hay suero que estabilice una autoestima quebrantada, y la búsqueda incesante de la perfección física puede llevar a consecuencias irreversibles.
Que la película «La Sustancia» haya causado generalmente risa y asco en el público masculino, y tristeza y conmoción en el público femenino, da mucha perspectiva y encamina a comprender mejor el significado de la película con ejemplos de la vida real.
— Medusas Moradas (@bobfeministapop) October 21, 2024
acabo de ver la sustancia pic.twitter.com/wzYgtdyfQ9
— Daniel (@xblackdanx) October 26, 2024
La Sustancia es muy gore, pero lo más desagradable de la peli es ver hacia dónde vamos como sociedad. Comprobar cómo alguien puede llegar a odiarse por unos complejos que le han impuesto.
Es una película de terror que se siente muy real y que, a día de hoy, es necesaria. Vedla. pic.twitter.com/n6g7KCN9yu
— Borja Echeverría (@BorjaEcheve) October 27, 2024
Lo más chévere de «la sustancia» no es la «sátira». Es la crudeza con la que muestra la violencia a la que nos sometemos las mujeres. Por eso es un gran bodyhorror movie, pero no mucho más.
— ❦ ❦ (@en_cartada) October 25, 2024
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