No cabe duda que llevar las manos bien arregladas con una manicura perfecta, además de ser una excelente carta de presentación, nos hace sentir más elegantes y guapas. No importa la edad que tengas, desde universitarias a jubiladas, pasando por mujeres de mediana edad, todas nos hacemos la manicura aunque sea de vez en cuando.
Y es que las opciones son muchas y variadas, en cuanto a locales donde la hacen, que parecen multiplicarse últimamente y en cuanto a tipo de manicura: francesa, permanente, semipermanente, con motivos decorativos o lisas. Sin embargo hacerse la manicura en el lugar equivocado entraña algunos riesgos.
No es obligatorio tener una licencia específica, ni se necesita una formación homologada para abrir uno de estos centros de estética donde hacen la manicura, explican desde la web de la Cadena Ser, dónde por cierto han hablado con una de las afectadas por una manicura mal hecha, que le ocasionaba incluso dolor al ducharse con agua caliente, tal y como explicaba en el programa Código de Barras, dónde otra joven explicaba: «No sé si fue por el producto o qué pero me quedé sin uñas nivel que me dolían los dedos al subirme los pantalones».
Y es que la falta de requisitos y barreras a la hora de poner uno de estos locales, hace que proliferen los centros con una higiene y profesionalidad bastante cuestionables, explican desde el mismo medio. Oscar Mateo, el director de estudios de mercado de la Asociación Española de Perfumería y Cosmética (STAMPA), lo cuenta así: «Las barreras para abrir centros de este tipo son mínimas, se requiere un espacio pequeño, la inversión es reducida y con disponer de una manicurista con cierta habilidad, la actividad ya se hace viable».
La dueña de Crystal Nails a su vez habla de la falta de formación homologada como técnico de uñas, algo que dificulta mucho que se controle a los profesionales de este gremio. La profesional explica que de los tres años que dura el grado medio de estética, solo 16 horas se dedican al tema de las uñas, además habla de la falta de actualización (todavía se estudian textos de 1975) y de la necesidad de ver el tratamiento de uñas como un asunto sanitario para evitar infecciones.
La retirada de la cutícula, la no esterilización de algunos materiales que puede provocar dermatitis de contacto alérgica y, las lámparas de secado, que utilizan luz ultravioleta y podría ser perjudicial para el futuro al aumentar el riesgo de cáncer de piel, son los principales problemas en este sentido a los que se ha referido el dermatólogo Juan Jiménez en la Ser.
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