Pablo Alborán sorprendió a sus seguidores hace unos años al revelar una curiosa fuente de inspiración para su canción Saturno: el impactante cuadro ‘Saturno devorando a su hijo’ de Francisco de Goya. En una entrevista con El País, el cantante malagueño explicó que el dios Saturno, equivalente a Cronos en la mitología griega, representa el tiempo y el paso inexorable de este. En sus propias palabras: «Me pareció interesante jugar con la idea de todas las cosas que podrían haber pasado en una relación y que no han pasado». Así, Alborán utilizó esta poderosa metáfora para hablar de las pérdidas, las oportunidades no aprovechadas y las heridas emocionales, temas recurrentes tanto en la pintura como en la canción.
El cuadro de Goya, que forma parte de la serie de las Pinturas Negras, retrata a Saturno devorando a su hijo, una escena violenta que simboliza el temor del dios a ser destronado por su propia descendencia. En el contexto de Saturno, Pablo Alborán toma esta imagen de destrucción y la convierte en una metáfora de las relaciones que no prosperan, los sueños que se desvanecen y el paso del tiempo, que inevitablemente consume todo lo que encuentra a su paso. La canción juega con la idea del «devorar» de Saturno, pero en este caso, es el tiempo lo que devora lo que pudo haber sido.
La letra de Saturno refleja perfectamente esa lucha contra el tiempo y el destino. Saturno representa la nostalgia y el dolor por aquello que ya no puede recuperarse. La imagen del dios Saturno aparece como un lugar en el que mueren los momentos y los sueños de una relación, dejando solo el recuerdo de lo que podría haber sido. A pesar de la referencia a la mitología y al tiempo que se escapa, hay una luz de esperanza, como si el narrador de la canción buscara alguna manera de redimir lo perdido, aunque sea imposible devolver lo que el tiempo ha arrebatado.
Pablo Alborán supo trasladar la fuerza simbólica del cuadro de Goya a su música, creando un paralelismo entre el mito y la experiencia humana. El cuadro muestra una figura desgarradora que devora lo que más ama, mientras que la canción explora la tristeza por lo no vivido, por lo que el tiempo destruye en una relación. Este juego entre lo visual y lo sonoro resulta en una obra que hace que el mito cobre vida a través de la música. En Saturno, Pablo Alborán logra hacer una reflexión sobre el dolor que conlleva perder algo que no puede recuperarse.
Vuelves en cada sueño que tengo
Caigo de nuevo en tu red
Sé que tarda un tiempo
Curarme de ti de una vez
Tuve tantos momentos felices
Que olvido lo triste que fue
Darte, de mi alma
Lo que tú echaste a perder
Yo no quería amarte
Tú me enseñaste a odiarte
Todos los besos que me imaginé
Vuelven al lugar donde los vi crecer
En Saturno
Viven los hijos que nunca tuvimos
En Plutón
Aún se oyen gritos de amor
Y en la Luna
Gritan a solas tu voz y mi voz
Pidiendo perdón
Cosa que nunca pudimos hacer peor
Tienes la misma culpa que tengo
Aunque te cueste admitir
Que sientes como siento
La almohada no suele mentir
Yo no quería amarte
Tú me enseñaste a odiarte
Todos los besos que me imaginé
Vuelven al lugar donde los vi crecer
En Saturno
Viven los hijos que nunca tuvimos
En Plutón
Aún se oyen gritos de amor
Y en la Luna
Gritan a solas tu voz y mi voz
Pidiendo perdón
Cosa que nunca pudimos hacer peor
Gritan a solas tu voz y mi voz
Pidiendo perdón
Cosa que nunca pudimos hacer
Cosa que nunca pudimos hacer peor
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