A Cristina Pedroche siempre le han llovido las críticas. Tanto es así que esta aprendió a hacerse una coraza y dejar que estos comentarios negativos no la afectaran en gran medida. No obstante, la llegada de su hija ha echado por tierra gran parte de ese trabajo, pues una cosa es controlar lo que siente una misma y otra muy diferente lo que pueda sentir otra persona, en este caso una menor a la que se intenta proteger.
El de protección es precisamente un sentimiento que no ha abandonado a Cristina Pedroche desde que se convirtió en madre el pasado verano. Es al fin y al cabo la labor de cualquier padre, pero en ella la necesidad de protegerla de todo se volvió algo casi enfermizo.
«Cuando doy a luz y me voy a casa intento que no venga mucha gente a verme porque no me siento cómoda, me siento muy vulnerable. Todo me daba muchísimo miedo y, por supuesto, no quería que nadie cogiera a la niña«, contaba esta en la presentación del libro ‘Gracias al miedo: Una historia de valentía, descubrimiento y amor incondicional’ en el que narra su experiencia con la maternidad en primera persona.
A día de hoy reconoce seguir «obsesionada con que la gente no se eche colonias ni suavizantes para que la niña no huela«, recordando que cuando son muy pequeños los bebés reconocen mucho a las personas por los olores, y podía confundir a otras personas con ella.
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En el libro la colaboradora de televisión se abre en canal sobre las emociones que le persiguieron durante su embarazo y una vez se convirtió en madre. Cuando Laia nació y tuvo que regresar a su trabajo comenzó uno de sus mayores retos: conciliar su papel de madre con su trabajo. Esto es algo que no ha llevado muy bien, tanto que incluso la hemos visto romperse en directo en Zapeando al hablar de lo mucho que le cuesta dejar a la pequeña con otras personas, aunque sean los abuelos.
Aunque reconoce que cada vez lleva mejor este tema, no está del todo afrontado. Además, se abren camino otras nuevas preocupaciones y miedos según va creciendo su hija. Entre lágrimas subraya una frase que repite mucho en su libro: «Qué pena ser hija de la Pedroche«. Y es que es consciente de que su hija será señalada por ser la hija de dos personas reconocidas.
«Ella qué culpa tiene de que yo tenga el trabajo que tengo y que se haya levantado ese odio sobre mí, muchas veces injustificado. Y sé que no tengo que proyectar pero me muero de pena al pensar en cuando mi hija vaya al colegio y le digan algo de la Pedroche«, apunta, confesando que a veces ha llegado a plantearse si hizo bien en poner su apellido primero y no el de su pareja, algo por lo que también recibió numerosas críticas.
«Yo sé que por un lado va a tener muchas cosas muy buenas, pero por otro lado pienso: ‘¿cómo protejo yo a esta niña de estos comentarios tan horribles y tan malos?’ Lo primero y más básico que se me ocurre es no mostrarla en redes sociales«, explica sobre una de las decisiones que ha tomado para proteger a la pequeña del foco que le persigue tanto a ella como a su marido, el aclamado chef Dabiz Muñoz.
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