En España, consumimos de media casi el doble de azúcares de los que recomienda la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), que considera que deben representar el 10% de la ingesta calórica diaria. Aunque este porcentaje se refiere a azúcares libres, no a los que se encuentran en los alimentos. La recomendación de la OMS es no superar los 50 gramos.
Por otra parte la Asociación Americana del Corazón pone el límite de azúcar en las mujeres en seis cucharaditas al día y en los hombres en nueve. Lo que supone no más de 25-36 gramos.
Sin embargo es complicado cumplir con estos límites, ya que la mayor parte del azúcar que consumimos está oculta en los alimentos y en muchos casos aparece en la lista de ingredientes con nombres diferentes (sacarosa, glucosa, fructosa, jarabe de maíz, maltosa, dextrosa, lactosa, azúcar invertido, miel, sirope de agave). Por ejemplo, una lata de Coca-Cola contiene 39 gramos de azúcar, una barrita de cereales 8 gramos y un yogur griego de arándanos 14 gramos, explican desde El Economista
Si no tienes claro si estás consumiendo demasiado azúcar, te contamos algunos síntomas que pueden estar dándote pistas en este sentido, por ejemplo tener hambre constantemente. «La razón es que el azúcar eleva los niveles de glucosa en sangre a corto plazo, pero no tiene un efecto saciante duradero debido a la falta de fibra. El hambre persistente y la continua ingesta resultante conducen en última instancia al aumento de peso, que todos conocemos como un signo de demasiado azúcar», explica la doctora Ahlemann, especialista en dermatología, flebología, proctología y medicina nutricional, en Vogue.
Además señala los antojos y cambios de humor como otra posible pista de que nos estamos excediendo en el consumo de azúcar: «El elevado aumento de los niveles de glucosa en la sangre provoca una liberación de insulina; pero esta es a menudo tan fuerte que el azúcar en la sangre no se reduce al nivel normal, sino por debajo de la ‘línea de base’, por lo que se tiene una hipoglucemia relativa, y esto conduce a tener más antojos. Y en algunas personas, esto también provoca cambios de humor o mal humor», explica.
Otro síntoma es los problemas en la piel, ya que el azúcar produce inflamación que puede manifestarse así. Al comer azúcar estimulamos una hormona en la sangre llamada factor de crecimiento, similar a la insulina 1 o IGF-1, que, junto con la insulina: «estimula las glándulas sebáceas y la queratinización excesiva en la zona de las glándulas sebáceas de la piel, por lo que estas se obstruyen y pueden formarse granos e inflamaciones«, explica.
Y siguiendo con la piel, la experta explica que está demostrado que tomar mucha azúcar conduce a un envejecimiento más rápido de la piel, debido a la formación de los llamados AGE, que influyen en lo que ella llama un proceso similar a la ‘caramelización’ : «Idealmente, las fibras de nuestro colágeno deberían formarse y permanecer en paralelo; cuando el tejido se sacarifica, se producen enlaces cruzados en el tejido conjuntivo del colágeno, lo que lo hace rígido, quebradizo, más fácil de degenerar y el organismo también es menos capaz de repararlo si está en este estado. Esto significa que la calidad de nuestro colágeno se deteriora y aparecen los signos de envejecimiento».
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