-Más importancia a la gramática y al vocabulario: En las preguntas que se basen en la redacción de texto, su coherencia y corrección gramatical contarán, al menos, un 10% de la nota final. Además, para que no se cometan injusticias a la hora de la corrección, cada examen estará acompañado de un documento que mostrará los criterios que se deben seguir.
-Nueva estructura en el examen: Mientras que un 30% del mismo se dedicará a preguntas cerradas, que son las que únicamente admiten una respuesta, el 70% restante dará una mayor libertad al estudiante que se esté examinando, ya que sus preguntas serán mas abiertas, dando cabida a varias interpretaciones.
-Se mantiene la duración: Pese a que en un primer momento desde el Ministerio de Educación plantearan que los exámenes pudieran durar hasta 105 minutos, finalmente se ha decidido que se mantenga en la hora y media habitual para estas pruebas.
-Adaptación al entorno: Todos los enunciados estarán redactados, siempre que sea posible, en ejemplos “próximos a la vida del alumnado” y de carácter “artístico, científico, humanístico y tecnológico”.
-Adiós al cara o cruz: Hasta el último año, cada alumno recibía dos exámenes diferentes entre sí, para seleccionar las preguntas que mejor conociera, pero esto termina de una vez por todas, ya que a partir de este año sólo habrá un examen que “no podrá implicar en ningún caso la disminución del número de competencias específicas objeto de evaluación”, acabando así la manía de dejar medio temario sin estudiar.
-Asignaturas obligatorias y elegibles: Los exámenes que los alumnos deberán realizar de manera obligatoria siguen siendo los mismos: Historia de España o Historia de la filosofía, Lengua Castellana y literatura, la materia obligatoria específica dependiente del bachillerato cursado y la lengua cooficial. Por su parte, en la fase optativa se podrá elegir para examinarse de hasta tres materias, o cuatro si existe una lengua cooficial adicional.
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