Un término, que por otra parte, no es nada reciente. Lo acuñó en 2011 un investigador, David Levy, para «definir aquellas situaciones en las que la mente de una persona está tan enganchada a las multitareas en línea que las que ocurren fuera de internet, mucho más lentas, no le despiertan ningún interés», explican desde welife.es.
Desde el mismo medio aluden al doctor Amir Khan, especialista en Medicina de Familia y autor, entre otros del libro ‘The Doctor Will See You Now’, explica que «el término hace referencia a la dependencia del cerebro de las redes sociales o del mundo digital para obtener gratificación y estimulación instantáneas».
Además el psicólogo clínico Daniel Glazer, explica en el portal Unilad que el término toma su nombre de» la tendencia de nuestra atención y concentración a saltar rápidamente de una cosa a otra, como hacer estallar granos de maíz».
Respecto a los ‘efectos’ de esta tendencia, Khan explica que puede «afectar la capacidad del cerebro para concentrarse en tareas más largas», ya que el flujo contante de estimulación digital puede cambiar la forma en el que el cerebro procesa la información. Es más, un equipo de investigadores de la Universidad de Harvard explicaron que «abusar de los contenidos digitales tiene un efecto pernicioso sobre las funciones cognitivas, caso de la memoria y de la capacidad para tomar decisiones».
La psicóloga Dannielle Haig, en declaraciones a The Guardian explica que el mirar de esa forma el móvil desencadena una liberación de dopamina, una recompensa para nuestro cerebro que nos anima a continuar este ciclo de búsqueda y recepción de nuevos estímulos.
Y desde Welife, dan algunas pautas para ponerle remedio:
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